✝️ 🕊️ | El anticristo
El fenómeno woke es la culminación de la modernidad, una ruptura con lo eterno que solo puede sanarse con un retorno a lo trascendental.
Destacado Suscriptor,
Vivimos en un tiempo de transiciones profundas. En esta edición exploramos cómo el fenómeno woke se alinea con las tensiones más profundas de la modernidad y lo que esto implica para nuestra comprensión de la espiritualidad y la existencia colectiva.
Nos encontramos en un mundo donde los grandes cambios ideológicos y culturales parecen suceder con una rapidez inédita. En esta edición de Destacadas, queremos llevarte más allá de las narrativas superficiales para explorar las raíces históricas y filosóficas del fenómeno woke. Este análisis no solo busca entender el presente, sino también ofrecerte herramientas para reflexionar sobre el futuro de nuestra civilización y su relación con lo eterno.
Gracias por elegirnos como tu espacio de análisis y reflexión.
Equipo Destacadas
Wokismo: Un fenómeno moderno que, en su intento por alcanzar la iluminación social, se ha transformado en una especie de culto donde el dogma del "despertar" se venera con la misma pasión que un satanista a su oscuro señor.
El wokismo es la política de la performatividad elevada a su máxima expresión, donde cada acto de justicia social es más un rito para exhibir moralidad que para cambiar realmente algo. Aquí, la doctrina del wokísmo y el satanismo comparten un rasgo común: ambos buscan desafiar el status quo, pero mientras uno lo hace con la promesa de iluminación y justicia, el otro lo hace con la provocación y el rechazo absoluto de la norma.
El wokismo podría verse como una especie de satanismo light para las masas digitales. Donde el satanismo tradicional se deleita en la subversión de los valores establecidos, el wokismo se regocija en la subversión del lenguaje, la historia y la cultura, pero con la apariencia de hacer el bien. Es el arte de señalar los problemas sociales sin ofrecer soluciones, similar a cómo un satanista podría señalar la hipocresía de la sociedad sin proponer una alternativa real.
En esta parodia, el wokeimo transforma a cada individuo en un inquisidor moderno, en busca de herejías en forma de microagresiones o pensamientos no alineados con la ortodoxia del momento. Al igual que el satanismo, que algunas veces se ha utilizado como un símbolo de rebelión contra la opresión, el wokeimo se ha convertido en una señal de protesta contra la injusticia, aunque a menudo se pierda en una maraña de virtud, supremacismo y performatividad.
El wokismo es como el satanismo en su forma más sutil: una rebelión contra lo convencional disfrazada de moralidad, donde el verdadero cambio se sacrifica en el altar de la aceptación social y la visibilidad en línea. Ambos capturan la imaginación de aquellos que buscan un sentido de pertenencia y propósito, pero mientras uno lo hace a través de la oscuridad y la subversión, el otro lo hace con la luz de la justicia social, aunque a veces esa luz parezca más una linterna de Instagram que un faro de verdadera reforma.
La ideología "woke", ese fenómeno que ha captado las primeras planas de los medios y las conversaciones políticas en las últimas décadas, se presenta no solo como una reacción social, sino como la culminación de un largo proceso histórico. Para muchos, el "woke" es simplemente un exabrupto moderno, una perversa desviación de la norma, pero es crucial entenderlo dentro de un contexto más amplio para poder cuestionarlo adecuadamente y, si es posible, superarlo.
La ideología woke tiene sus raíces profundamente enterradas en los cimientos de la modernidad occidental. Para deshacernos de ella, es necesario primero identificar y extraer sus raíces, y esas raíces son el nominalismo, el hiper-individualismo y el liberalismo como ideología. El liberalismo invita a cada individuo a abandonar cualquier forma de identidad colectiva, promoviendo en su lugar una esfera autónoma donde el individuo es el único juez de su existencia y sus valores. Esta disolución de las identidades colectivas, que van desde la nación hasta la religión, es la base de lo que conocemos hoy como la ideología woke.
El despertar ideológico de la izquierda liberal globalista no es un fenómeno aislado ni una aberración fortuita; es el desenlace lógico de la historia del liberalismo. La liberación de la Iglesia Católica, la abolición de los estamentos, el desmembramiento de los imperios, el colapso de los estados nacionales y la disolución de ideologías colectivas como el fascismo y el comunismo —todo ello es parte del proceso histórico que ha dado forma a la modernidad y que, ahora, se encuentra en su fase más radical con el movimiento woke.
La mayor amenaza de la modernidad no es el avance tecnológico, sino su incapacidad para conectar al hombre con lo eterno.
El "woke" no es simplemente una perversión momentánea, ni un desvío errático de la norma, es la manifestación final de la modernidad occidental. Este fenómeno no es solo una etapa intermedia que podrá ser corregida con el tiempo. Es una consecuencia directa del paradigma moderno que se ha formado durante siglos y que, en su forma más pura, es incompatible con la tradición, con la religión, con el cristianismo. Nos enfrentamos a un dilema: o retornamos a la modernidad, o retornamos a una forma de pre-modernidad que reconozca la eternidad.
La modernidad, con su énfasis en la razón y el progreso, ha desechado la noción de lo eterno a favor de una temporalidad sin fin, donde el presente es la única medida válida para comprender el mundo. En ese sentido, el "woke" representa la culminación de este abandono de la eternidad: la exaltación de la duración pura, de un tiempo que no tiene referencia alguna hacia lo eterno, que no tiene propósito ni fin.
Si bien la modernidad ha proclamado su triunfo sobre el pasado, la tradición y la religión, debemos reconocer que la pre-modernidad no es simplemente una fase pasada de la historia. No se trata solo de lo que fue, sino de lo que podría ser, de lo que puede ser nuestro futuro. La pre-modernidad es una visión supertemporal, una forma de entender la existencia que trasciende la mera temporalidad del presente y se conecta con una comprensión eterna del mundo. La modernidad, por el contrario, es una negación de la eternidad a favor de una temporalidad vacía de significado.
El "woke" es, en este sentido, la manifestación final de un tiempo que ha ganado la batalla sobre la eternidad. La ideología woke y su obsesión con la identidad, la deconstrucción y el relativismo representan la victoria de un tiempo vacío sobre una realidad eterna y significativa. En su afán por liberar al individuo de las estructuras colectivas, ha generado un vacío existencial donde no hay lugar para lo absoluto, lo trascendente o lo sagrado.
El contraste entre la visión moderna y la pre-moderna puede entenderse a través de dos tipos de poder: el poder del Rey del Mundo, representado por Cristo, que reina en la eternidad, y el poder del príncipe de este mundo, Satanás, que reina en la pura temporalidad. La modernidad ha desplazado el poder del primero al segundo, lo que ha dado lugar a una "rebeldía democrática y demonocrática" de la materia contra el espíritu, como lo describe la tradición. El movimiento woke es, en muchos sentidos, la revelación de este cambio de poder, un cambio donde la tecnología y la técnica se convierten en los nuevos dioses.
La técnica, ese producto de la modernidad, no es solo una herramienta, es un fenómeno metafísico. En su esencia, la técnica no es solo un conjunto de herramientas, sino una forma de alienación. Puede ser domesticada y utilizada, pero siempre existe el riesgo de que nos controle, nos absorba y nos transforme en meros instrumentos de su poder. Silicon Valley, ese epicentro de la innovación tecnológica, se ha convertido en el espacio para los verdaderos adoradores de la modernidad, los que han sacrificado lo trascendente en favor de un progreso ilimitado y vacuo.
Así, el "woke" es una manifestación última de esta era de modernidad desenfrenada. No es un simple error o desvío ideológico, es el último estadio de un largo proceso que ha alterado la forma en que entendemos al individuo, la sociedad y el mundo. Para superar esta fase, es necesario no solo rechazar los excesos de la ideología woke, sino cuestionar y revisar profundamente las bases de la modernidad misma. Solo a través de un retorno a una comprensión más profunda y trascendental de la vida, que trascienda el tiempo y regrese a la eternidad, podremos encontrar una solución verdadera a los problemas que el "woke" ha traído consigo.
No olvidemos que satanás es el gran "engañador y acusador".
Puede adaptarse a cualquiera circunstancias y épocas para cumplir su gran cometido: exponernos como lo más ruin de la creación.
Satanismo light?